miércoles, 3 de junio de 2015
BALADA DE FRANKENSTEIN ENAMORADO
Cruza callado la avenida oscura
como un río que hacia el mar camina.
Sus pasos son un himno
a la vida infiltrada en el alma de la muerte.
Están fijos sus ojos en esa ventana,
apresados al borde de la luz en la noche.
Las horas pasan inertes por su carne
que es a cada instante tierra y cielo.
No le teme a la lluvia que no puede mojarlo
ni al invierno que hiela sólo a quienes no sienten.
Sabe todo del frío, también lo sabe todo
del umbral cuya puerta sólo el amor traspasa.
La ventana se apaga, luciérnaga difunta,
y con ella se apaga el corazón de Frankenstein.
¡Qué eclipse de vinagre sin sentido!
Solitario fantasma, de pie sobre la acera,
implora el resplandor que se le niega.
Amor mío, enciéndeme tu alcoba.
Te lo suplico, déjame acompañarte
en este corto viaje dirección al destino.
Vacíame del barrote y del cuchillo,
dame un amanecer de orilla nueva.
¿Me reconoces? Renazco en tu semilla,
soy el ayer crucificado indemne.
Desde muy lejos llego a tu alféizar despierto
y estoy solo con toda la herida de los años.
Quiero hablar con los ojos que te ensanchan,
escuchar el rumor en tu suspiro.
Libérame por fin de mis grilletes.
Soy Prometeo desencadenado,
quiero robar el fuego y devolvértelo,
santificarme en la antorcha de tu boca.
No me asusta la vida aunque la amo.
No me asusta la muerte, soy su hijo.
Lo que no pudo la calavera helada
ni el olvido de dios en pozo seco…
lo podrá la esperanza enamorada.
RAQUEL LANSEROS -Jerez de la Frontera-
Publicado en Luz Cultural
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