Aunque distantes ya los cuerpos,
aunque los suspiros no se rocen
compartamos nuestros sueños
reviviendo furtivos goces.
Aunque los otoños ya no vean
aquellos besos plateados,
y las hojas que cansinas llegan
solitarias al suelo que no pisamos,
no cubran antiguas figuras
que en arabescas pasiones
dibujábamos con ternura
bajo los cómplices robles.
Aunque todo eso suceda
lacerando lujuriosos recuerdos
y esos adioses nos duela
haciendo del presente un infierno.
En las noches inventemos
al menos mil primaveras.
Compartamos nuestros sueños
amándonos... como la vez primera.
Ramón Pablo Ayala (Argentina)
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