Para María Dolores Menéndez López
Un ángel vi de niño en la mirada
De aquella anciana dulce y cariñosa,
Más bella que la aurora perezosa
Cuando apagó su voz de madrugada.
En su cabello blanco la nevada
Hirió el color luciente de la rosa,
Y el pardo de sus ojos hizo hermosa
De su mirar la luz, alma hechizada.
De niño vi en su rostro la dulzura
De aquella vieja a la que, agradecido,
Besaba con amor en la mejilla.
Su voz hablaba llena de ternura,
Amable siempre, en tono suspendido,
Mostrando, con amor, su alma sencilla.
Del libro “Los arqueros del alba” de
José Ramón Muñiz Álvarez
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