REFLEXIONES: PARALELAS Y ABSURDOS / RECUERDOS DESDE LA PROA

REFLEXIONES: PARALELAS Y ABSURDOS

Así me señaló el horizonte,
como si de sus manos surgieran
dos líneas paralelas
convergiendo en un lejano punto.

Y así, entre razones y números,
me hizo ver un infinito,
en donde se cruzaban las dos líneas.

Mas, ¿no es absurdo pensar,
la existencia de ese punto
en tan hipotético espacio?

Diría, lo absurdo es cuestionar
ese propio absurdo
con fórmulas y ecuaciones,
axiomas y derivados.

¿Podrá el matemático
prescindir de la recompensa
que le tributa
el número que cobra forma
en un algo que no existe?

Entró en el mudo de la incoherencia,
con flamante raciocinio
y defendiendo su ecuación
de lo absurdo.

Conocer lo incognoscible
tan incoherente e irrazonable
que la poderosa razón destruye
en busca de fantasmas racionales.

Me inclino ante un Camus
que trata de llevarnos más allá.
Me inclino,
ante las plataformas de la inteligencia.

Mas no hallé el conocimiento supremo
de ese absurdo e hipotético punto.
Habré de recorrer un nuevo camino.
Mirar al revés.

Ver como las líneas suben y bajan,
a veces se curvan o hacen quebradas.
Pero estas paralelas….
¡Mire por donde mire,
nunca se encuentran…!

¡Cómo se burlan!

RECUERDOS DESDE LA PROA

Mezclaba vino con adormidera.
Pasaba los días sumido
en una turbia somnolencia.
El desasosiego se encontraba,
en ese encontrarse de nuevo.

Se veía con los pelos canos,
el rostro lleno de surcos,
las pieles flácidas
y una cierta barriga.

¿Cómo estaría ella?
¿Cómo recuperar el tiempo?
Reflexiones le venían,
apoyado en la proa
donde las olas bailaban
contra la roda.

Bóreas del norte
les eran favorables
hinchando las velas.
Cadencia rítmica
con la que la nave
buscaba la piel profunda
de un azulado mar,
para hundirse dentro.

Caricias que el barco hacía,
en un levantarse brusco
dejando heridas de espumas
que cicatrizaban al instante.

Imágenes se reflejaban
en la superficie ondulada.
Espejos que parecían traer
reflejos que no reconocía.

Podría ser de cualquier persona
inclinada en la borda;
más también podría ser,
su propia sombra
manifiesta en la mar.

Ana María Lorenzo