martes, 3 de marzo de 2015

RAFAEL DE CÓZAR. ADIÓS A UN AMIGO Y COMPAÑERO


Palabras pronunciadas por Francisco Vélez Nieto (Presidente de Honor de ACE-A) en el homenaje llevado a cabo a Rafael de Cózar.

Por la suma de años ya vividos los adioses finales de amigos y compañeros cada vez son más asiduos. El golpe a golpe de los remos de la barca de Caronte llega hasta la puerta de la casa anunciando su presencia. Y así, nos vamos acostumbrando a esa no deseada cantinela. Se van recordando tiempos vividos  hasta llegado el momento de sacar y ondear el pañuelo de los adioses finales.

Pero existen adioses que no se esperan, no anuncian  su llegada, son los súbitos golpes secos que nos llegan al alma de todo lo vivido. Son golpes como los que cantó César Vallejo:

“Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
La resaca de todo lo sufrido
Se empozara en el alma... Yo no sé.”

Con Rafael de Cózar, el amigo de todos, fue súbita la tragedia, no se vivió el adiós temporal anunciando su despedida definitiva que inexorablemente suele ir creando una situación solidaria y triste. El fue víctima de una jugada del destino al ser sorprendido por un fuego inquisitorial contra el que se debatió hasta el desfallecimiento defendiendo la biblioteca de un creador múltiple. Una persona cuyo molde fue roto tras su  nacimiento, el llanto de la vida que nace mientras es  acariciado por el agua que da vida para expresar  el primer canto especial de la existencia.

Cuarenta años de amistad y labor  en favor de la cultura del libro  se me ha roto entre las manos,  aunque queda viva en la memoria y la escritura, ya que su presencia resulta imposible desplazarla.

Sus dos últimos libros editados por el poeta el azar los había dejado al alcance de mi mano izquierda. “A mi amigo Paco ya con tantos años de relación, con humor, que no debe confundirse”.

“Cronopoética”, es uno de ellos. El segundo, “Los huecos de la memoria”, se inicia con estos versos:

“Empezaré diciendo / que hace ya bastante tiempo de casi todo /
y que un susto de limón / asombra y colorea los paños calados”

“No es que haya perdido del todo la bravura / ni borrado a fondo la inocencia”.

Y es que la memoria del verso parece alargar la vida, vestir lo vivido con elegancia y conciencia, pese a que fue un tiempo protagonizado sin descanso, época para el recreo en el justo dictado a la memoria.

Canta en este poemario  medio siglo a hombros del esqueleto y su pellejo, verso a verso dando vida a su andadura, saboreando “los zaguanes del amor en la casa temporal de la vida, / pero ahora, más bien investigo en los trasteros”

Al comienzo de uno de los ensayos de su libro “Hacia un saber sobre el alma” María Zambrano nos señala que: “Escribir es defender la soledad en que se está; es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero desde un aislamiento comunicable, en que, precisamente, por la lejanía de toda acción concreta  hace posible un descubrimiento de relaciones entre ellas”.

“Escribimos de lo que hemos vivido -refleja Rafael de Cózar - experimentando, investigando, o estudiando, ya sea una novela histórica, crónica de nuestro tiempo, o crónica personal”

Amigo de hondas raíces y fiel memoria, criatura insustituible, ficción y realidad de diversidad inagotable creador de sustancias embriagadoras, no falto de especial humor, también dolor, meditación perfecta de la nostalgia que, como afirma María Zambrano, es fuente necesaria para alimentar la poesía Y gran parte de este venero de fortuna poética de Rafael de Cózar, se debe a la hermandad heredada, principalmente, del inolvidable gran amigo y maestro suyo y de tantos: Carlos Edmundo de Ory. Y así desvive el creador de multicolores experiencias, palpitantes y desnudas.

“La poesía no existe, sino porque encuentra su eterna realidad en los más bellos instintos del corazón humano” señala Franz Liszt

Y  nuestro múltiple Rafael de Cózar manifiesta que “Uno está ocupado en sentir, no en racionalizar. Pero el ámbito de la literatura es sobre todo la memoria, ya sea real, o ficticia, lo que significa, en esa etapa de rememoración, que el amor ya se ha pedido”:

 “Aún me envejecen en la boca sus últimos labios,
 Aún quedan en el aire restos de su piel,
 Aún tengo un hambre de níquel en mi cama nocturna”

“Yo me bebo la copa de mis ecos,
 me seco en la garganta de mi copa,
 sus bocas, sus ojos, sus cenizas,
 que me cubren y me rozan todo un beso”

Desde mi memoria los pañuelos hondean adioses.

PACO VÉLEZ

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