¡Que no!
Que no te voy a llamar.
Me puedo morir de las ganas,
pero no vas a ganar.
¡Que no!
En ti no voy a pensar.
Podrá pasar todo el día,
y tus labios no voy a querer besar.
Me moriré de las ganas.
Pero esta vez no me ganas.
¡Te digo que no!
No me voy a imaginar
tus manos recorrer
todo mi cuerpo.
Que me libas como una abeja a su pólen.
¡Que no!
Que no me voy a tocar
mientras pienso en cómo la otra noche
sutilmente me hiciste mojar
mientras me dejabas al borde
de explotar mi corazón.
¡Te juro que no!
-“¡Toñita, sal del baño ya!”
-“¡Espérate, que estoy ocupada!”
Antonia Maestre
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