Vivo dando palos de ciego,
a ratos se me ocurre escribir
y escribo sobre cerveza,
sobre las tres cervezas de medio litro
que bebí la otra tarde.
Luego escribo más
y escribo que el desborde
de los quejidos
delimita los surcos de las sombras.
O que cualquier palabra es poesía
según quién la diga.
O que soy una fotografía
en la que se amontonan libros
mil libros
dos mil tal vez.
O que un ojo de cristal se ha roto
y la vida sigue por encima de la rotura.
Palos de ciego,
y conformarme
con escribir por ejemplo,
que Leopoldo María Panero
es un hijo de la ira mientras
buscaba el deseo de vivir.
Palos de ciego
sin destino.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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