Habían florecido las mimosas,
de la noche a la mañana,
minúsculas todas sus flores,
esponjosas y redondas,
en racimos descendentes,
empujados por el viento,
contra sus ramas más secas,
alegraban con su amarillo,
los amaneceres más fríos,
de los últimos días de enero.
!Mimosas delicadas flores!
que como cada año abren,
el sendero a la primavera,
para que camine sin errar,
hacia el tiempo de las flores,
en estos días tristes y grises
a mediados del invierno...
MARÍA LUISA HERAS VÁZQUEZ
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