Tú eres la virginidad eterna, que no puede ser
violada, porque renace perennemente en el himen
de las mujeres y en los capullos de las rosas.
Tu aliento es la esencia misma de todas las flores
y el ritmo de tu corazòn inmenso el propio
ritmo del mar.
Al querer a las mujeres, en realidad no he hecho
sino quererte a ti, y por ti suspiraba mi juventud
siempre que me miro con amor alguna de
ellas.-
De "Pensando"- prosas de
Amado Nervo -México-
Publicado en la revista Mapuche 70
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