despídanme del sol y de los campos de trigo.”
Miguel Hernández (poema final escrito en la prisión)
Con las alas divinas en tu cosmovisión
tu verso enardecido se tornó universal
y a la estrella llegó en resonancias líricas,
izando la bandera de tu filantropía.
Esos feraces huertos de Orihuela, tu cuna,
con la gran Gaya Ciencia nutrieron tu intelecto.
Buscaste alternas rutas que fuesen cual un puente,
y uniste en armonía lo clásico y moderno.
A célicas alturas te fuiste muy temprano,
mas en tu breve senda trigo candeal dejaste
para saciar el hambre de tus hermanos bardos,
y de seres hambrientos de tu acendrada voz.
Bajo el domo celeste de nuestra Lengua de Oro,
la que nos amalgama con orgullo de casta
e invocando tu nombre glorioso, ¡oh Miguel:
hoy celebramos gratos tu intemporal grandeza!
De aquesta tu alfaguara la límpida pureza,
-la que nutrió tu estro de humana reciedumbre
haciendo de tu nombre un símbolo inmortal-
queremos ¡oh Maestro, que corra en nuestros versos!
Leonora Acuña de Mermolejo -Estados Unidos-
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