Pintura, catedral, león, paisaje,
ramalazos entrando por la vista.
Sinfonías, poemas, reconquista
de sueños que reclaman hospedaje.
Sobre todos, tal vez, el personaje,
ya pensador, autoridad, artista,
cuya iluminación viene provista
de asombro y dignidad como ropaje.
Contemplamos la altura en que lo vemos,
sus hallazgos, que tal vez no entendemos,
y nos asombra su épica eminencia.
Ya el portento, o el hombre en su trabajo,
sitúan nuestros logros por debajo,
y nuestra admiración cobra conciencia.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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