Y entonces comprendimos
que el agua estaba lejos,
las calles, el pueblo,
el silencio estaba lejos.
Que no había en el horizonte
un destello de luz, una campanada.
No más truenos,
no más padres,
no más hijos.
Entonces comprendimos
que la casa estaba lejos
y perecimos de sed.
De libro TERRESTRE de
GUSTAVO TISOCCO
Publicado en la revista Hojas de Palabras
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