Con el pincel en la mano,
el artista fue estampando,
en un lienzo, la mujer
que posaba pare él.
Con destreza fue tomando
los colores del querer,
para dejar plasmada,
a una dama de ayer.
La joven en sus brazos,
sostiene a un armiño o un hurón,
orgullo de la nobleza,
que realza más su belleza.
Así, fue el pintor,
delineando su silueta,
con los colores de su paleta,
dejando plasmada toda su belleza.
Jesús I Páez -Venezuela-
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