martes, 30 de diciembre de 2014
ANÁLISIS DE EN MANOS DE ORFEO, DE ALEJANDRO PÉREZ GUILLÉN, ESCRITO POR JAVIER GALLEGO EN LA REVISTA VOLADAS
En manos de Orfeo es el sexto libro de poemas de Alejandro Pérez Guillén, quien actualmente trabaja como responsable de la biblioteca pública y animador cultural de su localidad, Benalup-Casas Viejas. Se encuentra dividido en tres partes, con una Puesta en marcha, y un Cae el telón como final. El tema que predomina en el poemario tiene que ver con el paso del tiempo, en especial durante la primera parte, “Pequeño tren de madera”, donde se recrea la infancia. Una infancia desdoblada, como recuerdo (la propia) y como presente, la de su hijo. En este bloque aparece la figura de la madre del autor, los juguetes, las experiencias propias de los pocos años, recuerdos actualizados:
“por mucho que el poema
se acerque a los sueños y reproduzca
el eco adormilado de la infancia”(A escondidas)
En cierta forma predomina la nostalgia, a diferencia del segundo bloque, “Cruzando el río”, donde el paisaje da pie al poeta a reivindicar el goce de los sentidos, a aventurarse a cruzar, al carpe diem. El río como metáfora del flujo, del tiempo y de la vida, ampliando la alegoría con el puente y el límite. En el tercer bloque, “En el abismo” abandona ese presente gozado para mirar hacia el futuro. Una especie de balance, a modo de inventario para encarar el futuro y, en último extremo, la muerte:
“Cuando la muerte empiece
a clavarte las uñas en la nuca
no aceleres el paso,
ni intentes darte la vuelta “ (Las uñas en la nuca)
El punto de inflexión lo marca una ruptura (¿amorosa?), que es el responsable de ser el Hades que Orfeo aspira a superar. Es el amor roto y recompuesto.
El paisaje aporta, durante todo el libro, un punto de partida para la reflexión y aporta también un conjunto de sentidos y sensibilidades. Del mismo modo que los objetos acaban simbolizando las relaciones:
“¿Qué es la conciencia?
Dos pinzas tiritando
de miedo en el tenso cordel de un labio
….
¿Entonces, qué es la muerte?
El abandono
de las pinzas y de la ropa” (Preguntas)
El poemario termina con un balance del oficio del poeta, de la necesidad de dar sentido a este compartir versos, a la utilidad de la palabra y confiesa que “El poeta asusta a las chicas” (Renuncia). Para acabar con ironía: “Yo me quedo en silencio / con la manía de charlar a solas” y concluyendo Definitivamente, renuncio a la palabra.
Alejandro Pérez Guillén se encuentra a gusto en las pequeñas distancias, con poemas cortos y versos de arte menor. Maneja con destreza las referencias a los sentidos y juega con ellos a la sinestesia, “Las vienas con nocilla de la tarde / untaban de nostalgia”. Ecos de Machado en un claro homenaje a sus últimos versos: “Me detengo en esos ojos azules / y ese pan de la infancia” (Antes de que empiece la lluvia).
La poesía de Alejandro Pérez Guillén es, sin duda, introspectiva, pero sin dejar de lado un compromiso con la realidad circundante, sin dejar de ser ajeno a los que los rodean. Una intimidad que comparte con sus más cercanos, con ese hijo al que le une su propia infancia, con el salto que supone el amor y la intimidad. La figura elegida de Orfeo (en libros anteriores, significativamente era Narciso), quien traspasa el puente hacia el Otro, hacia el Hades en lugar de dedicarse a la contemplación propia. Pero no asume el poeta la figura de Orfeo, sino que aspira a ser llevado en sus manos,
“No entiendo por qué sigo
escribiendo. Tal vez con la esperanza
absurda de que lleguen a la orilla
los restos de un naufragio
y un náufrago aturdido
me llame a voces” (Lectores)
Javier Gallego
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