No tocar las trompetas cuando llega
ni las campanas sonando con fuerza.
Como el amor es cuando quiere,
que de manera repentina.
Como el Señor Dios en los tabernáculos,
habla sólo en la oscuridad.
No grite, no se impone su voz
en todos los demás elementos:
No trueno
que trae el huracán.
Su corazón se convierte en custodia
y cada verso en la hostia consagrada.
No le gustan las proclamas de los necios
ni las palabras vacías y grandilocuente,
ni el rebuzno de los burros del Parnaso,
porque habla sólo en el silencio.
En los besos silencio y susurros
su evangelio del amor.
Suena como la brisa
oreja de flores.
Vicenzo Elefante -Italia-
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