sábado, 1 de noviembre de 2014
ATARDECER LACÓNICO…
Atardecer lacónico, breve y exacto
hundido en las cuencas del sol.
como tronco de árbol herido
sajado de arriba abajo.
Así, mi costado abierto,
sangre cuajada por un ácido desconocido.
Así, mi sangre solida se mantiene
como presa en vena y a su motor corazón.
En ladera de un grado adyacente de inclinación
dos cuerpos heridos de muerte
en el intento de seguir y hacernos firmes,
radicar, enraizar y establecernos en este lugar.
Extensión llena de desolación,
deseo de florecer en este paraje viejo
a un paso de pasar a ser muerte…
En mi sistema linfático
algún que otro nutriente
restos de sangre a punto de pudrirse
con ella irrigo mi superficie
con la esperanza de que el aire la purifique,
llegue a esas mis apenas raíces
y de vida a este cuerpo triste.
Lágrimas ácidas, metálicas
al árbol y a mí nos acontecen
como fantasmas, fantasías
o algo irreal e inexistente.
Ráfagas de aire nos estremecen,
como fantoches o títeres nos
cimbreamos con poca gracia,
ruedan piedras por la ladera
y nos sostienen…
Feeling entre árbol, cuerpo y piedras
y, como rueca hilamos y tejemos.
Árbol cicatrizado,
mi costado floreciendo
y las piedras contentas
de sentir la caricia de algo vivo
en su compacta dureza…
Hoy, después de un duro invierno
ya es primavera…
Lucimos briosos, enérgicos
nuestros brazos y ramas
llenos de hojas verdes
somos fuertes emanando
ternura-savia y esparciéndola
a los cuatro vientos…
Lola Wizner
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