viernes, 24 de octubre de 2014
TRÍPTICO DE ÉXODOS
I
Las piernas te pesan como mares, tu espalda carga con cientos de molinos (molinos de fuego como aspas, molinos de prisa o de silencio), un toro impenitente suplica por más campo, y el campo es un oleaje de truenos que te nombra. Las madres que te niegan se esfuman como humo, tu mano es un pájaro que aferra ya tu cuerpo, este níveo cuerpo que devoro, hoy te duelen de furia tus ojos de metralla.
II
Ya nada se asemeja al claustro o las plegarias, esos ritos de insomnio y de temblores que seguías, te han visto las lunas llorando un gran desierto, de fósiles y lava, de aire o pesadilla (ay, corcel de mármol que cabalgo, lienzo o herida), como si alguien mereciera inmolaciones de suelo y de derrumbes. La palabra esconde otras palabras que detonan más palabras sin atajos, familia esconde fámulo o siervo o mayordomo, la huida es un verso pintando sus urgencias con saliva.
III
Los días pasan díscolos como un arroyo afilado, le cantan loas a tu carne, se estilizan, como si ya hubiese un punto de quiebre en cada astro o astros azules se entregaran al asombro. Bisagra de tu historia es esta historia, sopor de alba o luz que llega, marea anclada a un horizonte de melindres. Mi brazo se adhiere a tus reservas, a tu dolor se suma, nada como un perro al punto abierto en que te beso, y hay más beso en el mañana que se abre, coros que ensayaron su entonación en un crepúsculo.
Del libro La ciudad con Laura de Flavio Crescenzi -Argentina-
Seleccionado por Rolando Revagliatti
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