Estamparon en mi mejilla una nube de golondrinas,
me acosté al lado de un hormiguero de pestañas,
mis dedos fueron un avispero de cables y ramas secas.
Entre arenas movedizo treparon frutos prohibidos,
la yerba y el hielo sabían a zinc y a barro.
El olor de mi mirada decoraba la silueta de los maniquíes,
mis brazos ordeñaban ríos de abanicos con venas azul cieno.
Palpe la sed entre arenas movedizas.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
No hay comentarios:
Publicar un comentario