jueves, 24 de julio de 2014
TEORÍA DEL CAOS
La tribu trinaba de bronca, la bronca trinaba en la tribu, y la tribu y la bronca se unieron y fueron a la guerra con los de al lado. Primero, cargaron un misil en el arcabuz del odio; luego, encendieron la mecha con la llama de la venganza. La saeta cruzó los aires rancios de la soberbia, el tufo sutil de la intemperancia, la ínfula de la infamia, y cruzó por sobre los eucaliptos más altos que los separaban de sus arteros enemigos. Mantuvieron el silencio, y el silencio siguió callado: ninguna detonación, ningún resplandor, ni siquiera un tris que quebrase la placidez de la tarde. La tribu entera bramó de bronca; y el bramido, la bronca y la tribu cargaron nuevamente el arcabuz de la miseria con otro misil ciento diecisiete veces más grande que el primero. Para encender la membruda mecha, hicieron una pira con el fuego de la indiferencia y el bólido partió hacia el otro lado dejando en la aldea varios cuerpos consumidos. El bramido, la bronca y el resto de la tribu cubrieron sus orejas a la espera de la atronadora estridencia del estruendo. Pero nada pasó, y la tribu se llenó de preguntas. Otra vez, cargaron el arcabuz de la desdicha con un misil tres mil trescientas cuarenta y tres veces más poderoso que el primero, y encendieron la mecha de la ignorancia con una fogata que terminó por achicharrarles las chozas, por quemarles las granjas y carbonizarles los sueños. Quizá el rencor o el peso del misil impidió que saliera de la rampa, y estalló en medio de la gente.
RICARDO RUBIO
Publicado en el blog ricardorubio.fullblog
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