Un toque imperceptible de ternura
a ti me une.
A penas un roce creador,
un inocente beso,
me quema
y me ata.
Una pizca de brillo de sal,
de tu mirada, me consume,
y una brizna de luz
de tu sonrisa,
me rinde
y me desata.
De tu piel, suave lienzo,
aspiro tu perfume,
como niebla nemorosa,
y el rumor de tu voz,
que ya ni siento,
me destruye
y me rescata.
MANUEL JIMÉNEZ
Publicado en el blog instante cero
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