Inclínate sobre mí;
así ...
paséate por mi fuego.
Camina entre mis manos
con ternura,
con tus besos.
Piérdete sin temores;
así ...
suavemente, entre mis dedos.
Inmolaré los recuerdos
al dios de nuestros miedos.
Ciégame con la luz clara
de tu mirada. Veneno.
Estreméceme la carne;
así ...
dulcemente, sin tiempo.
Siembra con tus gemidos
este jardín de versos,
y despertemos del sueño
que los árboles nos dieron.
MANUEL JIMÉNEZ
Publicado en el blog instante cero
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