En el río, del bosque,
del agua clara,
en el que el olmo blanco
se reflejaba,
allí estaba mirando
la niña amarga.
Vino el mago del cuento
pues se inspiraba
del reflejo en el agua,
serena y clara,
de rayitos de sol,
por las mañanas.
Sabiduría del agua,
dulce silencio;
donde aprende, ese mago,
violetas besos.
Maestro de corazones
es ese mago,
historias de ilusiones
cerca del árbol.
La niña se ha tendido,
hay verde hierba,
junto al agua que corre
sonora y fresca.
A beber se ha parado
la blanca jaca,
y trae el caballero
hilos de plata
en su sombrero.
PEDRO JESÚS CORTÉS ZAFRA -Málaga-
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