martes, 1 de abril de 2014
SOLEDAD
Un reflejo turbio que desdice
la humareda de una palabra rotunda
de un hombre abandonado a la noche.
Las últimas luces en las ventanas
se aceleran huidizas y silencian su viso.
Algún neumático crujiendo el asfalto,
grasiento y húmedo del día,
ronda el eco hasta subyugarlo
a una percusión infinita y aburrida.
Todo transita cómo se espera,
algún atisbo de un bar insomne,
el arañazo de un bote de cola,
los huecos de las pisadas del hombre.
Las farolas piensan en trance
sin inmutarse cuando los Moody Blues
jalean blanco satén desde un taxi,
apresurados por distanciarse.
Se sienta el hombre
sobre el capó de un auto,
el blanco de los cristales tintados.
Arquea los labios para decir algo,
pero los párpados del bar insomne
proclaman, chirriando, su cierre.
MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-
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