Alta muralla, foso y centinela
en torno a la recóndita guarida
de nuestra intimidad. Es nuestra vida;
a ajena intromisión, propia cautela.
Si una historia se viste de novela,
publíquela su autor, no se lo impida;
sus actos, sus palabras, su salida.
Respétese lo mío y mi parcela.
A nadie incumbe cuanto yo hago y digo,
sino a mí mismo; quédese conmigo.
Para divulgación, lo hago en la calle.
Maldito quien espía, quien pregona
sin autorización, porque erosiona
una reputación por un detalle.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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