Bebamos una rosa roja
y apuremos nuestras caricias
como la sangre
que derramamos
en cada abrazo que nos dimos.
Mastiquemos los besos
que dejamos morir
en sus pétalos,
y rescatemos las miradas
que agonizan en su pistilo.
Bebamos una rosa roja
y desnudemos la memoria
de las palabras de amor
que hoy saben a ceniza
y están llenas de espinas.
Bebamos una rosa roja
y aprendamos
a morir.
VÌCTOR DÌAZ GORIS -República Dominicana-
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