domingo, 30 de marzo de 2014

III


Y luego un horizonte cansado de olivares.
(Julio Mariscal)

¿Y dónde está el hombre si el paisaje le ignora,
si le ignora la frente, la cicatriz
o le ignora la lluvia su cabeza de hojas?
¿Y dónde va el hombre si los caminos se cortan de su ausencia,

las manos se hacen zanjas,
se oculta la herramienta del pan
y la boca y el hijo se marginan;
si no se halla lazo, cumbre, torre ni conquista?

¿Y qué es el hombre si destruyó él mismo el perfil de la bóveda,
Las auroras y las cintas? ¿Si no grabó palabras,
si no creó ternuras,
curvó su piel bajo la espiga del estiércol y la vida,
si no mordió sus uñas?

¿Y qué fue de él
-del hombre-
si no llegó a las alas,
si no llegó a la luz o lloró sobre las ondas del alba?

Si no experimentó ira, náuseas o fatigas
por toda la masacre de mariposas azules
y amarillas libélulas.
¿Y quién es el hombre
si viste su interior de zócalo y penumbra de corbata y chaqueta?

¿Y qué será del hombre
si se encontrara entero, sin heridas
-un tiempo no lejano-
Avanzada la tarde;
Sin estrenar los sueños, las palomas y la sangre…?
Si se encontrara íntegro, precintadas
en sus bolsillos las bengalas y las uvas.
Si se hallara incorrupto cuando mire por dentro de la tierra;
sólo ausente la vida en sus venas de algas…

Ya muerta la ilusión. Ya muerto el Hombre.
Muerto el verde.

Y arriba truene el sol, la piedra,
Rompiendo nubes, estallando bisagras.

Del libro “Verde canto por el hombre del Sur” de ONOFRE ROJANO -Sevilla-
1º Premio, I Certamen de Poesía Searus, año 1978.

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