Cuántas veces al día somos otro,
y es que pensándolo bien,
siempre somos otro.
Cuando vemos abrirse una puerta,
cuando vemos pasar a una bella dama
cerca de nuestro corazón
y cambiamos el gesto,
el pulso se acelera,
la visión se nubla
y la infamia nos corroe,
entonces, siempre somos otro.
Ser otro y ser tu mismo,
y pensar que la vida puede ser
como una noche distinta.
Ser otro y pensar que nunca saldrá el sol,
porque sabemos que merecemos
voltear las circunstancias adversas.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida
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