Sin quererlo los dos, ha sucedido.
El azar nos reúne y nos presenta.
Tras aquel ventanal, la luz inventa
el reflejo de un sol desconocido.
Nueva para mis ojos, he sentido
una tristeza vieja, suave y lenta,
pues sé que soy el saldo de otra cuenta
y esclavo en la tristeza de otro nido.
Me miras a los ojos. Y contigo
la soledad me duele por adentro.
Despierta el corazón que habité un día.
La luz de tu sonrisa es mi castigo.
Y acuden presurosos a mi encuentro
Vagos sueños que luchan a porfía.
Del libro “UNA FUGAZ E INCIERTA CERCANÍA” de
Enrique Barrero Rodríguez
2º Premio, XXVI Certamen de Poesía Searus, 2003
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