lunes, 27 de enero de 2014
POEMA CREPUSCULAR
(Artículo de 1916)
Peña-Parada. El mar. Lejano encaje azul de las montañas. Tarde opulenta en la que cielo, tierra y mar visten matices tan delicados, tan tenues, tan irreales, que se diría que de ellos va a escaparse, sonrisa y sollozo, una suave, doliente, trémula melodía. Momento de profunda, de religiosa soledad.
Yo siento que en mi espíritu hay un resplandor lívido de lámpara expirante. Yo siento que estoy triste, profundamente triste, con tristeza de años, de siglos, en la que, quizás, han destilado su fatiga y su desolación los hombres de mi raza que pasaron, raza de formidables y duros destinos que a fuerza de prodigarse y desbordarse en la acción se aduerme ahora rumiando una escéptica, sabia, venenosa filosofía de desaliento e inacción. ¿Qué inefable sensación es ésta, de aquietamiento, de tenuidad, de eternidad, en la que las cadenas de la realidad se aflojan, y el presente se aleja, se aleja hasta volverse alado y musical como el recuerdo, y el pasado se acerca, se acerca, hasta volverse real como el presente?
Hora de anonadamiento, hora milagrosa en que vivimos con tal plenitud que casi no vivimos, que casi nos salimos de nosotros mismos para mezclarnos al enigma cruel y alucinante de la vida universal.
...Va avanzando la noche, va alentando y latiendo la noche. Y la noche es sedante, es magnánima, es buena, y me arropa y me aduerme y me arrulla. A su arrullo columbro una camita humilde en un rincón de un cuarto y oigo una voz muy dulce que dice quedamente un sencillo, monótono, inefable cantar. Y es también de la noche, de mi amiga la noche, la ráfaga de ayer, de un ayer ya remoto, en que flotan como aromas nombres de mujer. María, Conchita, Ángela, Micaela, Mercedes, Pepa, Pilarín: palomas adoradas que un instante blanquearon una rama del árbol de mi vida, y en seguida volaron, dejándome en el alma la poesía tan doliente de su adiós. ¡Oh, mi maga, mi musa, mi hermana, mi amante la noche! ¡Qué angustiosa y pesada la vida si no existieras tú! ¡Ven mansamente, delicadamente, a arroparme en tu sombra, a sahumarme en tu ensueño, a curarme en tu bálsamo, a quererme, a mecerme, a dormirme, a cantarme!
Publicado en el blog nemesiorcanales
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