miércoles, 1 de enero de 2014
HÉKURA
Eran enormes los fuegos que fastidiaban
las sombras de la tarde
y la misma ventura imaginaria de los abismos infinitos.
Era un lucero en la colina desnudo ante mis ojos
o el reflejo de la peste disfrazada en las copas de los cámbulos
y el shamán me hace dudar cuando me dice
que por sus venas se comunica la biosfera
con la perpetuidad de la materia
y parece que escucho el sermón de la montaña
y el Orinoco se mueve con destreza hacia el mar cándido.
Los Yanomami acarician sus aljabas llenas de flechas
observan como los napë derriban los guarumos sempiternos.
Eran gigantescas las hogueras que asediaban
la oscuridad del crepúsculo
y los Hékura huyendo hacia la humanidad del bosque
donde la naturaleza se consagra
desde la profundidad de sus entrañas.
Sergio Badilla Castillo -Chile-
Publicado en Periódico de Poesía 63
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