(Glosa a lo humano)
Camarlengo, camarlengo,
cuida tú de los atunes:
las almadrabas estén llenas
cuando se junte el concilio.
Camarlengo, cuida tú
del anillo
del pescador, de su barco
y su gorra con visera.
Dios te manda este recado,
camarlengo.
Camarlengo, bien te aviso:
cuida tú
de las redes por coser,
de los plomos y la brea.
Dios te hace otro encargo,
camarlengo.
Cuida tú,
mientras está él ausente,
la casa del pescador,
a su madre y a su hijo:
no falte vino en la mesa,
ni el pan se les vuelva húmedo,
al yantar los invitados;
y que no haya por ahí
ratoncillos dando fiesta.
Camarlengo, camarlengo,
Dios te manda este recado:
cuida que no falte muda
a los sacros cardenales,
ropa blanca y camiseta.
ANDRÉS ACEDO
Publicado en Un día es un día Ágora
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