sábado, 28 de diciembre de 2013
BREVERÍAS
2956
Árbol amarillento, centenario,
con el ciclo frutal interrumpido
por la marcha fugaz del calendario;
has sido nuevamente humedecido,
recobrando color más incendiario,
tal que resucitado o renacido.
Nuevamente subyugas, reverdeces,
y al roce de mi soplo te estremeces.
2957
Se me descubre, enhiesta, la figura
fraguada entre las brumas de mis sueños,
y es su muda actitud irreverente.
Ni frena su vigor ni lo apresura;
pero en sus ojos verdes y risueños
flota una horizontal benevolente.
2958
Me habló casual, como hablan los amigos,
pero era una mujer; la contemplaba
más allá de su atuendo.
Mis dedos y mi lengua eran mendigos
suplicando a la puerta, y me abrasaba
su demora en abrir. Hoy me reprendo
no haber desarrollado la ofensiva,
en lugar de ofrecer ramo de oliva.
2959
Voltean mis campanas a rebato,
redoblan mis tambores,
hay truenos y relámpagos en mí.
Tal vez soy el eterno candidato,
nunca elegido por no hacer favores,
o por no responder siempre que sí.
Yo sigo mi camino; voy y vengo,
soy lo que soy, no lo que conseguí;
esa es mi sucesión y mi abolengo.
2960
La palabra no es letra, ni sonido,
ni vive en aislamiento.
Es el nervio vibrante de la idea.
Por sí sola carece de apellido;
sólo en familia es éxtasis y aliento,
y sólo en sociedad relampaguea.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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