Somos un almacén de nosotros mismos
cuya desgracia y grandeza es que esa memoria
rica en experiencia y sabiduría
se pierde en el vientre de la muerte,
sólo quedan los gestos y acciones
que hemos sido capaces de transmitir
a los demás, ése será nuestro legado,
la transformación de nuestros recuerdos en presencias.
Del libro La incierta superficie de FRANCISCO MUÑOZ SOLER
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