I
Camino hacia ti
en el altar de la lujuria,
prevalido de los besos
que a nuestra piel pertenecen.
Me alejo de ti
con el ardor satisfecho,
despojado de las ansias
que acabamos de desnatar.
II
Cuando sonríes,
dos medias lunas
se encienden
en tus labios.
Cuando caminas,
dos cardenales
alzan vuelo en tus caderas,
y cuando vienes hacia mí,
dos dagas de pasión
destellan, felices,
en mis ojos.
III
Busco en ti ese lugar
perfumado de miradas
donde ocurre la lujuria,
donde hunden la cabeza los sueños,
lugar que enhebra a tu piel
la móvil tiniebla de mi sangre,
allí donde el pensamiento se hace carne
y las ansias toman
la forma del horizonte.
IV
Si yo fuese río,
no aspiraría a más que a tener tus labios
delimitando mis orillas,
mujer de agua y luz
que se lleva mis besos
colgados de su mirada....
V
En la voz de una mujer
hay náyades que se desnudan
y luces que se convierten en besos...
y en los labios de un hombre,
hay un nombre de mujer que sabe a beso.
VÍCTOR DÍAZ GORIS -República Dominicana-
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