Una lámpara de brazos desgarrados.
Un libro hundido por la derrota de sus hojas cerradas.
Un pañuelo pleno de mugre y silencio.
Un bolígrafo desgastado por las faltas de ortografía.
Suena una canción que dice que tú no eres tú.
Una mochila tirada en el suelo, vacía,
con las huellas de los caminos recorridos,
en las costuras y los roces.
Una cámara fotográfica que fabrica sueños indoloros.
Una hucha de huellas y caricias a media voz.
Besos escondidos en días laborables.
Un ratoncillo descansando bajo mi lengua.
Una deuda de honor hacia mi espejo.
Un abrazo roto a la eternidad.
Una sonrisa saltando entre matorrales y la maleza de los días.
Caminos de paso, de regreso, de parada, de pasión.
Tan cerca, tan lejos, de todo, de nada.
Un tango arropando con sabor a lana, los aplausos.
La rama de olivo con tu rostro sobre el mío.
Tu nombre tatuado en los pétalos de una flor.
Que la vida es diferencia, lo sé.
Que todo es destino o incógnita, lo sé.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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