Hace unos años creí
que mis poemas no los leería nadie,
que quedarían olvidados en un cajón.
Pero me equivoqué.
Gracias a internet muchos amigos
me leen a diario y comentan
la sensación que les produce leerlos.
Así mis poemas dejan de ser míos
y pasan a ser de todos.
Ya no tienen un único dueño
sino centenares que le dan vida
que los comparten y difunden.
No están en el papel
sino en las ondas
por donde corren libres,
como el viento de Levante,
de unos ordenadores a otros,
emocionando a algunos,
sorprendiendo a otros,
gustando al resto.
Al menos ahora sé
que no se quedarán
encerrados en un cajón
o escritos en una libreta
donde poco a poco
irían amarilleando.
Ahora están en facebook
y los pueden leer
los que están interesados.
Tal vez ahí su existencia
es más efímera que en el papel
pero tal vez en el papel
no estarán nunca
porque no habrá editor
que los publique.
JOSÉ LUIS RUBIO
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