Cuando el sol se cuelga en mi ventana
con esa voz del silencio en la luz de cada día,
me percato de que, con ese hoy,
tengo menos tiempo del que he vivido,
y sin embargo mi alma tiene prisa para continuar
con la intensidad de mi senectud y madurez,
por merecer seguir aquí…
Y en esa percepción, quizá más allá de la razón,
no se aprecia el mundo que es, sino el que somos,
y en el que solemos confundir nuestros puntos de vista,
con la verdad sin definirla y en la cual, debemos
de ser capaces de moldear nuestro sentir,
para no seguir originando vacíos que resulten,
cada vez más difíciles de llenar.
Es cuando la soledad y los recuerdos se agigantan,
creando nostalgias y melancolías que merman
de manera diversa, nuestros débiles propósitos
privándonos de la enjundía y la voluntad
que debe existir en seguir avante,
hilvanando nuevas ilusiones y anhelos plenos
y firmes de esperanza.
Marcelino Meléndez
Publicado en LetrasTRL 58
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