Al secarse, los árboles ayudan a conservar
la vida de las selvas. El tiempo se deposita
en la materia vegetal y la descomposición
es su caricia lenta. El viento labra
caprichosas figuras en las rocas desérticas.
Cada muerte deja sobre ellas un dibujo diferente.
Una letra única que el azar regala
y las piedras aceptan.
CLAUDIA MASÍN -Argentina-
Publicado en la 2ª antología de poestas argentinos
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