Inevitables,
se acercan despacito
tintineando sus campanillas;
en puntillas han venido a hablar conmigo.
Aunque lo gritan a voz en cuello
vienen y oprimen
silenciosamente,
aquí
en mi médula,
y allí en lo alto
donde espero razonar.
Para no despertar al amor,
esta noche febril en mis sienes
diluyo los hechos en miel y limón,
intentando así aliviar el dolor.
Me los bebo rápido
y te doy de beber a ti.
Ellos no esperan,
y en este momento aguardan
a la vuelta de
la
esquina.
Maritza Álvarez -Valparaíso (Chile)-
Publicado en la revista Arena y Cal 206
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