No quiero evitar la madrugada.
Acallaré las voces
que dentro de mí gritan tu nombre.
Sueño con algo más
que este gris sin matices,
con esta imagen ridícula
de mí. Verás,
yo sé que siempre puedo
caer mucho más bajo,
aquietando las voces
que susurran tu nombre.
Despierta,
la noche sigue lejos.
Tus pasos
vendrán por mi plegaria.
Te insisto,
tendrás que ver la luna
sin voltear, esta vez,
ningún espejo.
¿Sabías que siempre vivo
latiendo sin alma,
secando mi sangre con mis lágrimas?
Trato de ser menos y no puedo.
Trato de ser pena sin nostalgia.
Gonzalo Salesky
Publicado en la revista Nevando en la Guinea 34
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