"El que dice burgués pronuncia Borges",
tartamudeó el chicato, despacioso,
junando al cielo con cara de pirado,
canchero en su papel de hacerse el oso.
Los giles daban todo por ficharlo:
Poderlo franelear, enchabonados
a escracharse con él. El cholulaje
la juega de arrastrón en cualquier lado...
Pero el Yoryi fue un seso de primera.
Un pensante entrenao de ponga y meta.
Un marote a bastón yirando el mundo.
Que a veces se zarpó, como cualquiera,
y nos dio embole con su manganeta
de tipo sobrador, turro y profundo.
EDUARDO PÉRSICO
Publicado en el blog eduardopersico
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