la gesticulación que te delata,
la mirada que afrenta, o arrebata,
el rictus despreciable, o tolerante.
Expresivo lenguaje, susurrante
de tu íntima textura, que retrata,
silencioso, mas fiel, la catarata
emocional en tu alma palpitante.
La palabra, inexacta, no refleja
con tanta precisión cuanto festeja
o abomina tu cómplice interior.
Por eso, aunque te escucho, me someto
a ese otro idioma tuyo, y te interpreto
a la luz de su ardid revelador.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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