Reaparezco bajo el trueno
de la sospecha
si dudan de mi existir,
y muestro el yo
sin aureola
blanca, aunque dispuesto
al sacrificio junto
a los desamparados.
Sé guardar silencio y sé
alzar la voz para decir
que estoy más acá
de las tinieblas.
Mis posesiones
las fulminó un meteoro,
pero mi protestante
espíritu todavía
sabe cómo
esquivar hogueras.
Y vivo,
sí, vivo deseoso
de amar a cada instante
el desnudo cuerpo
de la esposa mía.
Del libro El sol de los ciegos de Alfredo Pérez Alencart -Perú-
Publicado en el blog revistaislanegra.fullblog
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