quiero a mi Cádiz cantar,
desde la torre más alta,
desde la orilla del mar,
un lunes por la mañana.
Nunca yo podré olvidar
que de ti Cádiz nací
como la espuma del mar,
un mes después de abril,
salpicadito de sal.
Tiene Cádiz un encanto
que a mí me tiene embrujado
que hasta me tiemblan las manos
cuando me siento en un banco
a ver pasar a los barcos.
En tus calles yo soñaba
ser un hermoso rosal
que creciera en su casa
para poderla besar
cuando abriera la ventana.
El primer beso le di
entre rocas ostioneras,
una tarde fría y gris,
cuando el sol en la Caleta
se vestía de añil.
Del libro Enredado en cantes de JOSÉ LUIS RUBIO
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