Bordeando el lago, se fueron
envueltos en sus negras capas
sus antorchas en la mano
alumbrando su sendero.
El lago quieto muy quieto
y los árboles van quedando
mudos, erguidos y solos
en el bosque azul de ensueños.
Los místicos se van alejando
quedaron solo sus cánticos
impregnados entre el follaje
de ese paraje mágico.
Y aquellos fascinantes moradores
que rendían culto a la naturaleza
se irán disgregando sigilosamente
dejando atrás aquel lugar misterioso.
Solo quedará la leyenda
de esos legendarios monjes
que alrededor del fuego
invocaban a sus dioses.
Druidas se llamaban
todo un enigma.
Eran sabios, eran locos
Solo el bosque azul lo sabía.
Diana Chedel -Argentina-
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