Va cayendo la tarde
en un crepúsculo sin fin.
Los últimos rayos del sol
se desvanecen en el horizonte.
Como mi amor se esfuma
lentamente con el crepúsculo
y vuelve a encenderse
con el primer lucero del ocaso.
Espero a la luna
esa gran medialuna brillante
que ilumina mis noches
de espera agonizante.
Ella me brinda su luminosidad
y me alumbra las penurias.
Ella me acompaña e mis desvelos
aquellas noches que no te tengo.
Ella, plateada, resplandeciente
rodeada de su séquito de estrellas
vigila mi ardorosa pasión
en las que tú me amas.
Diana Chedel -Argentina-
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