Lo vacío de la nada prende efusión artificial de mil estampas.
Es que de cuando en vez dejo en el tintero la angustia vestida
y alborotada de negro; con la recurrente excusa de –dos copas de vino tinto ¡quizás cuatro!
Para conjugar el verbo que no es amar sino el que -ya sabe-.
Ante una membrana aterida de exiguo afecto a los roces vagos
o de breve espacio de tiempo.
Soy hembra de lapsos de amores viejos
y brincar las tablitas a escondidas con siete velos que me arropen,
sin ser musulmana, no es mi estilo.
La soledad amanece borracha de orgasmos de plenilunios.
En mutación pródiga de sangre y carne…
nada de lo espiritual cuenta
sólo aullar como loba en celo,
so pena descubrir las caretas
y el deseo encajado en la garganta muda,
mientras que los colmillos penetran hasta el pensamiento.
ELIZABETH QUEZADA
Publicado en el blog lunadesalymiel
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