Reconozcámoslo.
Todas las mujeres llevamos en nuestro ADN
algo de salvaje.
Y desde esta madre patria
pasamos a vestirnos con la ropa de la vida cotidiana
y nos sentamos delante del ordenador,
de la ventana, de la cazuela,
del profesor, del amante, del cliente…
Y regresamos a la luz del día
con las plantas de los pies oliendo a húmeda tierra,
nuestros cabellos a océano,
y la voz seca de haber aullado tanto.
Somos mujeres que corren con lobos,
mujeres que todo lo saben.
Dejamos profunda huella.
Meditamos a la luz de la luna.
Agudizamos el oído.
Al fin y al cabo,
por mucho que a algunos les pese,
nunca dejamos de ser
nosotras mismas.
Usue Mendaza
Publicado en la revista Dos poemas y un café
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