hasta el silencio se calla.
Se mueven las finas cuerdas
en un murmullo acuoso
y poco a poco las notas
en los oídos se enredan.
Mis dedos siguen el ritmo
golpeando sobre la mesa.
Los pies no se están quietos.
Vibro como la guitarra
que suena por soleares.
Hay calor en el cuerpo,
ritmo en el corazón
y una guitarra latiendo
para que la oigamos tú y yo.
Se nos va el tiempo ligero
y nunca lo detendremos
por mucho que lo intentemos.
Sigamos el devenir
de las seis doradas cuerdas
y dejémonos llevar,
por el duende del flamenco,
hacia la eternidad.
Del libro Enredado en cantes de JOSÉ LUIS RUBIO
No hay comentarios:
Publicar un comentario