Con sol claro en la mañana
y su azada, el labrador,
camino de la besana
va cantando su dolor.
Que una muchacha serrana
más guapa que el agua clara
para otro se engalana
y a él le vuelve la cara.
Ya, entre los zurcos, sembrando
él canta una seguirilla
y su alma va soltando
el sufrir por la chiquilla.
Y aunque sabe aun no son novios
porque el otro es un pasmao
los celos le vuelven loco
sintiéndose desplazao.
¡¡Ay, qué penita más grande!!,
ya se siente un desgraciao
que la niña de sus ojos
ni siquiera lo ha mirao.
Pero al fin llegó la feria
y al paseo todos salen
él arrastrando su pena
bebe y canta por verdiales.
La nena con el mozito
presumio y perfumao
ya va cogida del brazo
pero... ¡por fin lo ha mirao!
¡Ay, que alegría más grande!
que sus ojos se han cruzao
y una sonrisa en su boca
parece que le ha esbozao.
¡¿Pero porqué va con ese,
tan enclenque y desgarbao?!
¡Si parece un maniquí
de escaparate sacao!
Pensando se fue pal bar
se arrió... tres latigazos
pa la lengua despejar
y luego salió a buscarlos.
¡Qué pena lleva en el alma!
¡Qué alegría que lo ha mirao!
Que la alegría y la pena
lo tienen descontrolao.
Se encontró con un amigo
que lo quiso acompañá
¡deja!, ¡no vengas conmigo
que hoy no estoy yo pa ná!.
El corazón se le sube
por la garganta botando
a la parejita guapa
enfrenta y dice cantando.
“Digna de un emperaor
es la muchacha que llevas
me parece mucha flor
para tan poca maceta”.
¡¡Vaya por fin me has hablao!!
dijo entre risas la niña
siempre pasas por mi lao
y a to lo más tú suspiras.
Y si tanto te interesa...
¿qué haces con ese a tu lao?
Y... ¿de qué te ries tú
muchachito niquelao?
“Que yo soy su primo hermano
el que vive en la ciudad
y tengo un novio mu guapo
no se vaya uste a pensá”...
Ya las risas de la niña
le suenan a cascabeles
parece que le arrancaron
espinitas de sus sienes.
¡Ay! ¡qué alegría más grande!
Sin poderlo remediá
cogió al primo entre sus brazos
y lo iba a espanchurrar.
¡Suéltame, bruto animá!
que mi novio es mu celoso
y si se llega a enterá
no se pondría gracioso.
No está viendo que mi prima
está que bebe los vientos
y hasta el aire la lastima
al verte pasar tan serio.
¡No hay quien entienda a los hombres!
¡Ay Dios, qué pocos reflejos!
¿Qué estarías tú esperando
para tirarle los tejos?
Los colores de la niña
ya son de rojo pasión
y dice, voz temblorosa
“bueno, ¿paseamos o no?.
Pedro Jesús Cortés Zafra -Málaga-
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